Después de una larga ausencia en este su Blog (o de unas "vacaciones" de la blogósfera) regreso a las andadas para no dejar abandonado a mi pobre blog.
Y pues ahora nos dedicamos a las telenovelas. Desde niña me encantaban, eran como cuentos de hadas pero sin princesas, en donde el bien siempre triunfaba y la heroina se casaba con el más guapo y rico. Sin embargo, desde hace ya varios años me desencanté del género en su totalidad. Desde hace un buen rato prometí jamás en mi vida volver a ver una telenovela y lo he cumplido a la fecha. ¿La razón? Pues simplemente perdí el interés cuando me di cuenta de que no pasaba nada en una telenovela. Antes de tomar la determinación de abandonar los teledramones, en alguna ocasión mi hermana se molestaba cuando platicaba conmigo diciendo que aparentemente yo no la escuchaba ni le hacía caso, y me confieso culpable, ya que como le expliqué en aquella ocasión platicar con la gente era como ver una telenovela, podías ver el primer capítulo y el último y después inferir la historia intermedia; así que cuando mi hermana me platicaba cualquier cosa escuchaba el principio, luego me desconectaba (algo así como cuando Homero Simpson habla con Marge mientras que su mente imagina caramelos cantando Sugar o cualquier cosa) y al final la volvía a escuchar.
Y es cierto, cuando pasa algo en una telenovela (digamos por ejemplo que cuando fulanita descubre que Rodolfo Fernando es en realidad su hijo) los siguientes capítulos se tratan de que Fulanita se lo cuenta a Menganita, quien se lo platica a Perengano y así se van llevando el chisme hasta que pasa otra cosa interesante o nueva: Rodolfo Fernando se entera y cae en shock, luego le da amnesia y va a dar al hospital porque entonces tiene que cancelar su boda con Martha Susana.
Cualquiera diría que las telenovelas son inofensivas, sin embargo no es así. Estas series crean expectativas, en la mente de la gente, que no siempre son sanas. Por ejemplo, cuando mandé al diablo a mi primer novio vino mi primer desencanto, ¿por qué Enrique Alfredo no regresaba al otro día con un enorme ramo de rosas, hecho un mar de lágrimas y arrastrándose por el suelo implorando perdón reconociendo al fin que yo era la única, heroina buena dulce e inocente? ¿Por qué en cambio ahora andaba de la mano con MonitaX que era una
bitch? ¿Por qué entonces no aparecía cualquier otro más guapo que tomara el lugar de Enrique Alfredo?
Finalmente, y después de muchos años, pues sí terminó por aparecer otro y luego otro y así hasta que por fin conocí a mi marido y me establecí. (Lo anterior ahora que lo pienso explica el porqué siempre mis novios tenían nombres compuestos pero en fin).
También es común ver gente complicándose la existencia y sufriendo de a gratis tratando de hacer de su vida una telenovela (llenar el espacio vacío con todas las anécdotas de gente que ustedes conozcan). O gente que nunca puede estar bien, que si le preguntas ¿Cómo estás? te salen con una historia horrible. Mi ex-jefa (que en paz viva) estaba felizmente casada, tenía dos hijos próximos a contraer nupcias y un trabajo con buena proyección y hasta promesas de ascenso. ¿Por qué entonces mandó al diablo a su marido para enredarse con Flavio, su hija vivía con el temor de que su futuro matrimonio resultara como el de sus padres, su hijo terminó con su novia de años y ella se buscó otro trabajo? Ella explicaba que desde hacía varios años sufría de violencia doméstica verbal e infidelidad por parte del marido y que Flavio había aparecido de la nada montado en brioso corcel blanco a rescatarla del mal.
-"Pero si tu marido es un pan, viene por ti, te apoya" a lo que respondía que el fulano era bipolar (!!!). -
"Correcto, me parece bien, si quieres rehacer tu vida con una nueva persona estás en todo tu derecho, qué bueno que sales con Flavio." AAAHHH NOOOO! Ahora está el embrollo de que Flavio es menor que ella por diez años y pues por lo tanto muy inmaduro además de que fue alumno del marido y todo es una complicación inmensa por el qué dirán y no sabe qué hacer.
Moraleja, la vida no es como en las telenovelas, no todas las historias terminan en boda, los hombres no siempre regresan arrepentidos de sus errores, no siempre los reconocen y pues aceptémoslo, por lo general tampoco son los únicos culpables. Para ser feliz sólo hay que ser feliz, el camino no necesariamente es tortuoso ni el hecho de que sea difícil nos hace mejores personas. La vida nos pone retos y vivencias de las cuales hay que aprender, y si los problemas los podemos sortear hábil y graciosamente mejor para nosotros. La gente que no tiene vida es la que inventa razones para complicarse la existencia y así sentir que en su vida pasa algo, como en las telenovelas, donde pasan cosas interesantes al principio y al final pero la historia intermedia es sólo un montón de enredos y chismes que no llevan a ningún lado.
Sean felices.
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